domingo, 7 de febrero de 2016


EL PASTILLERO

Abrió las 21 puertas del pastillero y como cada lunes, se dedicó a la colocación de los 7 remedios que debía tomar en desayuno,almuerzo y cena.
Se trataba de su segundo infarto y esta vez el agnosticismo y las convenciones médicas, dieron lugar a la procesión de las 21 puertas que se abrirían 3 veces al día durante 7 días, hasta el último día.
Cada vez que ponía la taza en el microondas con su minuto y medio en el setup, le obsesionaba la idea de que ese minuto y medio sólo servía para calentar mas rápido un café con leche y que ese minuto y medio nunca mas iba a regresar.
Desayunaba observando a través del ventanal de la sala.Le gustaba ver la gente por la pista que se dividía en dos carriles, uno para correr y el otro para los ciclistas.Mas al fondo se veía la autopista generalmente dinamizada por el ir y venir de vehículos.
Le faltaban 7 meses para jubilarse y la idea no le gustaba para nada, miraba al exterior y prefería sentirse como esa ciudad en movimiento, mas que como un paciente de riesgo que había descuidado el uso de remedios tras el primer infarto.
Recordó cuando miraba la ciudad a través de los cristales de la facultad de arquitectura y jugaba a preguntarse en que lugar alteraría la geometría urbana con sus proyectos.

No sentía deseos de salir a caminar, a pesar de que le habían recomendado 1 hora diaria.La medicación le producía calambres y fue el principal motivo por el cual dejó las estatinas tras el primer infarto.

Al mediodía volvía a abrir la puerta del pastillero y repetía la secuencia con el microondas y el mismo pensamiento sobre el minuto y medio.
En sus años de pleno trabajo, mucha veces ni almorzaba o se llevaba un bocata a la boca sin desprenderse de la atención a un boceto, planilla o plano.

Lo que mas le había golpeado era la pérdida de su esposa y le consolaba pensar que al menos el segundo infarto era un acto inconsciente para ir a su reencuentro.Por ese motivo, muchas veces cuando abría las puertas del pastillero terminaba dudando sobre el sentido de una vida que se había apagado en casi todo lo que le llenaba de felicidad.

Por la noche, mecánicamente, abría la nevera para sacar el plato que le había preparado la asistenta.Seguidamente abría por tercera vez , la tercera puerta del pastillero.Nuevamente el mismo pensamiento frente al microondas y la ansiedad que le producía ese minuto y medio.

De noche era mucho mas atractivo ver el movimiento de las luces de los coches, principalmente en la rotonda, lo que le hacía recordar cuando de pequeño en los veranos se encendían todas las luces del tio vivo y se subía para girar con esa música exclusiva que encajaba con los caballos que subían y bajaban rítmicamente.

Cuando entraba al dormitorio y veía la cama doble, era inevitable no detenerse un instante en el recuerdo.Besaba la foto y cerraba los ojos para verla y asi se quedaba dormido hasta la repetición de otro día mas ...sin mas.

Volvió al pastillero para abrir la primer puerta de la mañana, el mismo pensamiento sobre aquel minuto y medio para luego ir a la sala y observar a través de la ventana.Cada vez , tenía mas ganas de sentirse entre los que transitaban por el carril, pero los calambres volvían a frenarle el deseo.

Otra noche y un beso a la foto pero esta vez sin cerrar los ojos.Se quedó mirándola a la vez que imaginaba comunicarse con el pensamiento.

Otra mañana mas, pero con mas, esta vez no abrió la primer puerta del pastillero, ni la segunda, ni la tercera.

Se puso el chandal y las zapatillas y fue hasta la pista para comenzar a caminar, le dolían mucho las piernas pero sabía que se trataba de la falta de costumbre.Sonreía y a medida que avanzaba , el dolor se iba disipando.Hasta incluso fue aumentando la velocidad y se sentía como dentro del tio vivo en pleno giro.

Lo encontraron con una sonrisa finalmente detenida en el tiempo y con los ojos abiertos al reencuentro.